Volver a ser, restablecer, mejorar algo que degeneró, en definitiva, regenerarse o morir.
En mi opinión, los políticos somos unos ciudadanos más, que debiendo tener vocación de servicio público, tenemos que estar con la gente, no por encima de ella, ya que los ciudadanos nos dan el mandato de gestionar con eficacia. No podemos tener privilegios especiales, ni justicia especial, gobernar sin límite de tiempo, ni llenar los parlamentos con un número desproporcionado de diputados.
Entiendo perfectamente a tantos ciudadanos hartos, hartazgo que hago mío, cansados de ver que durante algunos años en la política se han tolerado conductas que son verdaderamente intolerables e inasumibles, esto viene agravado después de una crisis económica devastadora, un escenario, donde la exigencia de regeneración democrática es absoluta. Una crisis de la política que se refleja en la desconfianza hacia los partidos y especialmente hacia los políticos; en la distancia entre representantes y representados y en la pérdida de valor democrático que suponen ciertos comportamientos de algunos políticos que se olvidan de que, en última instancia, la soberanía sigue recayendo en los propios ciudadanos, esto ha pasado factura y lo hemos visto en las últimas elecciones, tanto en las municipales y autonómicas como en las generales.
Tenemos que pasar página de una vez por todas, realizando una purga y dar un paso al frente, que se lleve por delante a todos aquellos que han tenido conductas deplorables tanto de mi partido como de otros partidos, porque tampoco pueden, sobre todo el PSOE, ir hablando de corrupción política como si fuese algo que no les afecte a ellos, cuando ocupan el primer puesto del ranking tanto en número de casos como en volumen de corrupción en nuestro país. Si seguimos con "el y tú más" cansaremos aún más a los ciudadanos, y creo que lo que hay que hacer es consensuar entre todos algo que es intolerable, inasumible, y que juntos los partidos políticos debemos decir basta, es necesario depurar, el coste que ello conlleve merece la pena.
Es igualmente deplorable la utilización de la justicia para obtener los fines políticos que no se han conseguido en las urnas, esto lo hemos vivido en nuestro propio municipio, en el que una oposición miserable del PSOE no ha dudado en ir a los tribunales con denuncias de las que en algún momento tendrán que dar cuenta ante tanta gente que ha sufrido y sufre injustamente las consecuencias de tales actitudes y formas de hacer política, y lo que nos quedará por ver. No todo vale. La mentira, la calumnia, el insulto y el falso testimonio no pueden saldarse con pedir disculpas con la boca pequeña.
La autocrítica debe ir más allá, es necesaria una regeneraciónen el partido. Conservando siempre los valores, los principios y la identidad.Hay que apostar por la incorporación de nuevas personas a la primera línea de la política, personas preparadas y comprometidas para decidir enel nuevo contexto político que se nos presenta, los partidos y las instituciones deben ser ejemplarizantes y saber dejar paso, interpreto esto como una exigencia de los votantes y como uno de los caminos que hay que tomar para recuperar la confianza de los ciudadanos.
No debemos trivializar el concepto de regeneración política, no debe confundirse con el marketing, que como sucedáneo de la política conduce de forma inexorable al populismo y compartiendo la obviedad de que regenerar la democracia implica la profunda renovación del colectivo de cargos políticos, esta no servirá de nada si no se hace en base a criterios de competencia, compromiso y conocimiento de las cosas, y no de casting, es decir, de elegir a los más encantadores y telegénicos.
Diálogo, cercanía, transparencia, democracia interna de los partidos, tolerancia cero con los casos de corrupción, recuperar la credibilidad, devolver la confianza, dar protagonismo a los militantes. Ideas, ejemplo y valentía para recuperar todo lo que el monstruo de la corrupción nos ha hecho perder.
Es el momento de poner toda la carne en el asador para recuperar la confianza de los ciudadanos hacia la política. Ser coherentes con nosotros mismos y tratar de equilibrar nuestra capacidad de crítica con la aportación de soluciones, debemos ser positivos y ganarnos el respeto de quienes nos han votado, para implicar a todos en la tarea política y para acometer una verdadera regeneración democrática.