Con frecuencia escuchamos hablar en los medios de comunicación y en nuestro entorno más cercano del éxodo rural, que es la emigración de gente joven del campo a la ciudad. Un proceso que, no siendo nuevo, pues en nuestra tierra tuvo su máxima aceleración en la segunda mitad del siglo XX, sí parece en ascendente y continuada situación.
En una tierra eminentemente rural como es la nuestra, con un término municipal que en el caso de Caravaca es extensísimo y con muy baja densidad de población, este fenómeno es evidente. La falta de oportunidades de trabajo y otros factores hacen que los jóvenes busquen futuro en el medio urbano.
Estamos finalizando un mes de enero que siempre nos hace mirar al mundo rural, volver a esos lugares que parecen abocados a la despoblación. Pedanías como Benablón, La Almudema o Navares celebran a San Antón, con sus ancestrales tradiciones.
Por otro lado, la Fiesta de las Cuadrillas de Barranda es el musical broche de oro a estas celebraciones que en enero jalonan la geografía campesina de Caravaca. A la cita decana de la música tradicional en España le sienta bien cumplir años. Alcanza la cuarentena con energía y vigor. Quienes, allá por 1979, comenzaron a celebrar este encuentro de cuadrillas en el contexto de las fiestas a la Virgen de la Candelaria, quizá no imaginaron que sería declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional y Bien de Interés Cultural.
El papel que juegan estas fiestas en el asentamiento de población, aunque pueda parecer secundario, es importante. Detrás de ellas hay una juventud implicada con su tierra. Mucha de ella no quiere perder la vinculación aunque haya marchado fuera. Otros jóvenes han decidido no moverse de allí. Detrás, por ejemplo, de las comisiones de fiestas de las pedanías o de los Aguilanderos de Barranda hay personas que, vivan permanentemente en el pueblo o no, saben que periódicamente tienen allí una cita, una ilusión, un empeño. Esa vinculación explota, en el caso de Barranda, en estallido de fiesta y alegría cada último domingo de enero.
Esta energía puede traducirse en buscar o generar oportunidades de trabajo cuando las personas no quieren abandonar la tierra que les vio nacer. Tener una identidad, estar orgulloso de ella, es necesario para a partir de ahí querer mejorar el lugar en el que uno ha decidido fijar su vida.
Los concejales que formamos parte del Grupo Popular de Caravaca entendemos que esto es así, y por eso, desde nuestro concepto de oposición constructiva, trabajamos por las pedanías y las zonas rurales. Las pruebas lo avalan, ya que hemos abordado cómo mejorar la agricultura y la ganadería, el uso del agua, el papel de la mujer en el medio rural, el turismo o, en definitiva, cualquier iniciativa que genere actividad económica y empleo.
Fomentar las tradiciones, como esta Fiesta de las Cuadrillas que cumple 40 felices años, es luchar también contra la tristeza del éxodo rural. Echar una mano a sus organizadores para que la ayuda económica procedente de la Comunidad Autónoma vaya en aumento o conseguir nuevas vías de financiación, como por ejemplo, a través del Plan Asociarte, son también formas de hacer esta oposición constructiva. El Plan Asociarte, puesto en marcha por la Consejería de Cultura, tiene como objeto convocar subvenciones económicas a entidades y fundaciones sin ánimo de lucro para contribuir a los gastos de los eventos culturales que se celebren en los distintos municipios de la Región de Murcia. El folklore es una de las disciplinas comprendidas en estas ayudas, a las que los Aguilanderos de Barranda pueden optar. Cada pequeño gesto cuenta para conseguir que nuestros pueblos no pierdan su pulso. Nosotros seguiremos intentándolo.