Las obras han recuperado en estado original de la fachada, de estilo Barroco civil
Recientemente han culminado las obras de restauración de la fachada principal de la Casa de los Caballos del Vino, ejecutadas dentro del proyecto de rehabilitación integral al que se está sometiendo el inmueble. Las actuaciones realizadas han permitido recuperar el aspecto original de esta casa palaciega, datada de finales del siglo XVII y de estilo Barroco civil.
El Ayuntamiento de Caravaca de la Cruz está ejecutado las obras de restauración de la casa de los Caballos del Vino con un presupuesto de 290.000 euros, financiados con las ayudas "Leader" del Fondo Europeo de Desarrollo Rural. Además de la recuperación de sus dos fachadas, el proyecto ha permitido la reforma de la cubierta y de las estancias interiores, habilitando un espacio museístico para mostrar la historia e evolución del festejo de los Caballos del Vino, sala de exposiciones temporales y espacios para talleres.
La fachada actual se encontraba oculta tras un enfoscado y enlucido de yeso pintado en color ocre. Su aspecto original se encuadra en el Barroco civil, con las características propias de la Región de Murcia. Presenta una fachada de aparejo mixto, de ladrillo visto con entrepaños de mampostería revocada. El edificio está organizado en tres alturas (bajo, planta principal y falsas bajo cubierta), siguiendo una tipología edificatoria muy característica de esta zona. Existe también una cámara subterránea, destinada a bodega, en la cuál aún se conservan las tinajas para la fermentación y conservación del vino.
Los balcones de existentes en la planta primera con su trazado curvo y hierro forjado, el resto de rejas, la carpintería de madera, el escudo heráldico de piedra arenisca, la hornacina de la Virgen de la Inmaculada, la placa conmemorativa y otros muchos detalles mantienen el sabor de su espléndido pasado.
La casa perteneció a la familia Musso-Muñoz Melgarejo, cuyo escudo nobiliario se encuentra en la fachada principal, pasando posteriormente a la familia Girón. En ella vivió y murió María Girón y Font de Mora, reconocido personaje de la sociedad caravaqueña de finales del siglo XIX y principios del XX, que realizó una destacada labor humanitaria y caritativa, en agradecimiento de la cual el pueblo de Caravaca decidió perpetuar su memoria en 1923, con la colocación de una placa conmemorativa costeada por suscripción popular, que todavía hoy se conserva en su fachada.
Se emplaza en el casco antiguo de Caravaca, declarado conjunto histórico artístico en el año 1985, y en concreto en la calle Gregorio Javier, una de las zonas más destacadas en la trama urbana de esta ciudad que parte de la Iglesia del Salvador en dirección oeste, y donde se levantaron otras casas señoriales pertenecientes a las familias nobles durante los siglos XVII y XVIII.