La Cruz de Caravaca que portó Santa Teresa durante parte de su vida y que fue hallada en su lecho de muerte permanece desde hoy expuesta en la Real Basílica de la Santísima y Vera Cruz. Junto a la citada reliquia teresiana, también se expone la carta manuscrita y autógrafa de la primera doctora de la Iglesia, documento datado de 1575, que es propiedad del Archivo Municipal del Ayuntamiento de Caravaca de la Cruz.
El alcalde de Caravaca de la Cruz, José Moreno; la hermana mayor de la Cofradía de la Vera Cruz, Elisa Giménez-Girón; y el prior de la comunidad de Carmelitas Descalzos de Caravaca, el padre el padre Pascual Gil, han firmado los documentos de cesión en los que se establecen los compromisos de custodia y salvaguarda estas valiosas piezas.
La réplica en madera de la Cruz de Caravaca de Santa Teresa ha estado custodiada en el convento de las Madres Carmelitas Descalzas de Bruselas. A petición de la Real e Ilustre Cofradía de la Vera Cruz, el padre Pascual Gil, solicitó que la reliquia teresiana regresara temporalmente a la ciudad de donde partió hace casi cinco siglos. Tras su llegada a Caravaca de la Cruz, durante dos semanas se ha venerado en el convento de los Padres Carmelitas y ahora permanecerá expuesta en la Real Basílica de la Vera Cruz hasta el próximo mes de octubre.
Esta iniciativa forma parte de la conmemoración del V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús y la puesta en marcha de la ruta turística y cultural "Huellas de Teresa", de la que forma parte Caravaca de la Cruz, junto a otras dieciséis ciudades españolas.
Historia de la Cruz de Caravaca y la carta de Santa Teresa
En 1576 un grupo de beatas, tras escuchar la homilía de un jesuita, deciden encerrarse en una casa del municipio y solicitan a Teresa de Jesús la fundación de un convento. En ese momento la Santa abulense se encontraba en Beas del Segura, pero la complicada orografía y los problemas con la fundación en Sevilla le hacen no poder estar presente en la en Caravaca y enviar a una de sus hermanas más fieles, Ana de San Alberto, que llega a Caravaca portando la carta con las ordenes de la Santa para crear la XII Fundación de las diecisiete que crearía en vida.
Como agradecimiento, Ana de San Agustín envió una Cruz de Caravaca que Santa Teresa llevaría hasta el final de sus días. Fue su enfermera, Ana de Bartolomé, quien recoge la reliquia una vez fallecida la Santa. La monja fue trasladada a París, llevando consigo la Cruz de Caravaca y posteriormente fue la encargada de fundar convento en Bruselas, desde aquel momento la reliquia ha permanecido dentro de la clausura del convento en Bélgica.