Cada último domingo de enero, en la víspera de la Candelaria, patrona de Barranda, tiene lugar en esta pedanía de Caravaca la Fiesta de las Cuadrillas, un encuentro en el que se dan cita pandas, rondas y cuadrillas de música de tradición oral del Sureste español. La fiesta se ha convertido en una de las manifestaciones culturales más antiguas en su género y más importantes de cuantas se realizan en España, conservando su pureza por cuanto no ha perdido su continuidad generacional ni su contacto directo con el pueblo. Varias generaciones conviven en las cuadrillas, haciendo de la tradición algo vivo que se transmite naturalmente de padres a hijos y nietos.
Su actual configuración parte de 1979, momento en el que se organiza la celebración de lo que, de forma espontánea, en esta población se había transmitido oralmente. A los pioneros de la fiesta siempre habrá que reconocerles su intuición para crear un soporte que ofreciera continuidad y pervivencia a estas manifestaciones de la cultura rural, quizá algo denostadas en esos años de, a veces, un mal entendido desarrollismo.
Todos los ayuntamientos de Caravaca desde aquel 1979 han respaldado este evento y contribuido a su engrandecimiento, siempre poniéndose al servicio de sus organizadores, los Aguilanderos de Barranda, depositarios de esta tradición y verdaderos impulsores de este encuentro. Gracias a este apoyo institucional, la Fiesta de las Cuadrilllas se ha difundido en muchos medios de comunicación nacional, televisiones, radio y prensa escrita; ha alcanzado una promoción y una difusión enormes, incluida su presencia en la Feria Internacional de Turismo, FITUR, y ha alcanzado el reconocimiento de Fiesta de Interés Turístico Nacional, declaración que llegó en 2011 y vino a reconocer los múltiples aspectos festivos, culturales, antropológicos, etnográficos, etc., que encierra este evento.
La Comunidad Autónoma de Murcia también ha jugado un papel primordial a la hora de preservar esta fiesta, declarándola en 2011 Bien de Interés Cultural. Además, antes de los años de fuerte crisis económica, gracias a su ayuda se logró un gran avance, ampliando las actividades culturales que crecieron en torno a la Fiesta de las Cuadrillas, como las Jornadas de Estudio sobre la Cultura de Tradición Oral o el festival 'Barranda Folk', en el que cada año se dan cita grupos de referencia de la música folk del panorama nacional. Una de las últimas incorporaciones al programa de actos fue el Mercado de Tradiciones Campesinas, que complementa el fin de semana grande de esta pedanía.
No podemos olvidar el más que interesante Museo de la Música Étnica de Barranda, fruto de la apuesta e iniciativa del Ayuntamiento de Caravaca de la Cruz y la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, donde se recoge la mayor muestra de instrumentos musicales de los cinco continentes y que viene a recodar durante todo el año lo que ocurre en esta población el último domingo de enero.
Superados los años más duros de la crisis, en los que la Comunidad dejó de subvencionar y de entregar ayudas económicas a todas las fiestas regionales por razones obvias, la consejera de Cultura, Noelia Arroyo, ha promovido este año por iniciativa y convicción propias la firma de un convenio de colaboración hasta final de la legislatura con los Aguilanderos de Barranda y un apoyo de promoción importante impulsado desde la Consejería. Es de justicia asimismo reconocer el esfuerzo en años de crisis del Ayuntamiento de Caravaca para mantener íntegramente el programa de actos, cuando desde Murcia dejaron de venir las ayudas económicas.
Todos los años, el Ayuntamiento ha mimado y protegido esta fiesta, porque ha sido consciente de que, además de tener unos valores culturales dignos de preservar, supone un fuerte empuje económico al sector de la restauración en toda la Comarca del Noroeste durante los días de su celebración, pues al número de componentes de las cuadrillas se le suma un importante número de visitantes, de varios miles de personas, que se desplazan desde toda Murcia y provincias limítrofes. Esa es la misión de los políticos, contribuir a mantener y mejorar aquello que configura las señas de identidad colectivas y supone un bien para la sociedad, pero sin adueñarse de ello, sin querer secuestrar lo que nace del pueblo y a él pertenece. Así se ha hecho y, esperemos, así se hará.