En 2016, y a iniciativa de los carmelitas descalzos de Caravaca de la Cruz, surgió el Camino de san Juan de la Cruz, que une las localidades de Caravaca de la Cruz y Beas de Segura, a su paso por El Sabinar, Nerpio, Santiago de la Espada, Pontones y Hornos. Un camino que recuerda el que, a finales de 1579, san Juan de la Cruz realizó desde Beas a Caravaca y que hizo a la inversa en febrero de 1580.
Por motivo de la pandemia, este año no ha podido realizarse el camino en grupo que estaba previsto del 19 al 24 de agosto, pero las localidades que lo integran han recibido una reliquia de su más ilustre caminante, san Juan de la Cruz. Según explica el prior de los carmelitas descalzos de Caravaca, Pascual Gil, se solicitó a Roma que cada una de las siete localidades que integran este recorrido tuviera una reliquia del santo místico.
El 13 de agosto se entregaron las reliquias en Pontones y Santiago de la Espada, el 16 de agosto, en Hornos y Beas de Segura; el 24, en Caravaca de la Cruz; y el 29, en El Sabinar y Nerpio. El 24 de agosto, coincidiendo con la fundación del convento de San José de Ávila, la primera fundación de santa Teresa de Jesús, «cuando santa Teresa se descalzó», se realizó la entrega de la reliquia en Caravaca de la Cruz. Esta reliquia se guardará hasta que la casa de san Juan de la Cruz, en la que se alojaba en sus visitas a Caravaca (siete de las que se conserva registro, aunque pudieron ser diez), se habilite como lugar que recuerde la presencia del santo místico en esta ciudad del Noroeste murciano.
«Un camino para que la vida se haga fácil»
Desde 2016, cada año a finales de agosto, un grupo organizado en el carmelo caravaqueño recorre este camino, cada ocasión en una dirección, recordando el que hiciera Juan de Yepes; un camino que une las provincias de Jaén, Albacete y Murcia.
Estos peregrinos se hacen llamar “andariegos”, rememorando así uno de los aspectos por cómo se conocía a santa Teresa de Jesús, “inquieta y andariega”, y que recuerda también que el creyente se encuentra «en continuo caminar al encuentro con el Amado».
Aunque se está realizando desde hace poco tiempo, la implicación de los alcaldes y párrocos de las localidades por las que transcurre el camino ha permitido que ya esté balizado. Un camino que requiere cierta actitud física, según señala el padre Pascual Gil, y cuyo objetivo principal no es llegar al final del destino, sino caminar con san Juan de la Cruz: «Es un camino duro para que la vida se haga fácil, con sentido, entonces, merece la pena el esfuerzo». El prior del convento caravaqueño asegura que desde el primer momento fue para él una sorpresa el efecto que tiene el camino en los “andariegos”.
A partir de ahora quienes realicen el Camino de san Juan de la Cruz podrán, además, venerar sus reliquias: «Queríamos que san Juan de la Cruz se quedara esta vez y para siempre en cada pueblo».